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Al cerrar este 2025 e iniciar nuestra planificación para el 2026, nos encontramos en un punto de inflexión donde las narrativas de “crecimiento infinito” están dando paso a una realidad más pragmática. Nuestra visión para el próximo año no se basa en adivinar el futuro, sino en preparar el patrimonio para ser antifrágil ante los cambios estructurales que ya estamos observando.

A continuación, compartimos los pilares de nuestra estrategia para este ciclo:

1. Renta Fija: La línea del 4.0%

El comportamiento del Bono del Tesoro a 10 años de EE.UU. será nuestro timón. Hemos identificado el nivel del 4.0% como el umbral crítico que define nuestra gestión:

  • Escenario de Convergencia: Si la tasa se consolida por debajo de este nivel, ejecutaremos una estrategia de extensión de duración. Buscaremos capturar la plusvalía de capital que genera la caída de tasas en los bonos de largo plazo.
  • Escenario de Tensión: Mientras la tasa permanezca sobre el 4.0%, nuestra prioridad será la preservación. Mantendremos posiciones de corta duración (máximo 3 años) para capturar el rendimiento del cupón actual, protegiendo el capital de la volatilidad que el gasto fiscal desmedido pueda generar.

2. Renta Variable: de la especulación a la economía real

Tras años de dominio tecnológico, el 2026 se perfila como el año de la Economía Real. Nuestra estrategia se aleja de la especulación para centrarse en:

  • Pragmatismo Industrial: Vemos una oportunidad histórica en sectores que han sido castigados por normativas ambientales extremas. Prevemos un ciclo de desregulación en Occidente que permitirá a la industria pesada y automotriz europea recuperar márgenes y competitividad.
  • Seguridad y Soberanía: La defensa, la energía nuclear y la infraestructura crítica han dejado de ser sectores cíclicos para convertirse en gasto gubernamental obligatorio. Estas son nuestras nuevas “utilidades” de crecimiento.
  • Desacople de China: Ante los riesgos de crédito en Asia Central, nuestra exposición emergente se centrará en geografías que se benefician del reordenamiento de las cadenas de suministro globales.

3. Gestión de Riesgos: prioridad absoluta a la liquidez

Queremos ser transparentes en un punto crítico: evitaremos el crédito privado ilíquido. Observamos con preocupación cómo el riesgo sistémico se ha desplazado de los bancos hacia el patrimonio de los inversores privados en proyectos opacos.

Nuestra búsqueda es la liquidez, evitaremos la inversiones en fondos de inversiones que no tengan liquidez bursátil o mecanismos de salida anticipada por parte de la administradora, permitiéndonos reaccionar ante cualquier “cisne negro” geopolítico o financiero sin quedar atrapados en estructuras que no permiten la salida.

4. Disciplina Técnica: el rigor detrás de la decisión

Nuestra entrada en estos sectores no será impulsiva. Usaremos una metodología de triple validación:

  1. Fundamental: Solo activos con solvencia probada y valoraciones históricamente atractivas.
  2. Estructural: Identificando el final de los ciclos correctivos mediante el análisis de ondas.
  3. Timing: Utilizando indicadores de momentum lento para asegurar que entramos cuando la tendencia ya ha girado a nuestro favor, minimizando el riesgo de “falsos suelos”.

Nuestro compromiso:

El 2026 exigirá una gestión activa y disciplinada. Nuestra estrategia combina la paciencia para esperar el precio justo con la agilidad para movernos entre la protección y el crecimiento según lo dicte el mercado de tasas.

Como siempre, nuestro objetivo es que su patrimonio no solo sobreviva a la incertidumbre, sino que prospere en ella.